Ricky tiene 30 años, trabaja en el buffet de la Universidad Nacional de San Luis y es donante de órganos y de sangre. Tomó esta decisión con tan solo 16 años, cuando al realizar la renovación del documento le preguntaron si quería ser donante y contestó que sí.
Si bien su familia no entendía el porqué de esta postura, con el tiempo lograron apreciar la solidaridad de este acto y el gran amor que implica.